EL  NEGRO

BEATRIZ ZAMORA

Milenio

CONACULTA

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La entereza del Negro

 

La pintora plástica Beatriz Zamora es objeto de un homenaje-exposición en el Museo Universitario de Chopo. La muestra se conforma de 48 piezas de la obra que ha realizado por más de 40 años de trayectoria en torno a El Negro como objeto filosófico y plástico

 

Verónica Díaz *

 

Ciudad de México

viernes 13 de agosto del 2004

 

 

“La obra de ningún artista mexicano ha desatado tantas pasiones y ha sido tan incomprendida como El Negro de Beatriz Zamora”. La reflexión que Eduardo Rubio escribió en 1988 en el libro Historia de una artista excepcional es y será tan vigente como la perseverancia de esta artista plástica.

 

No hace ni un mes, su arrendatario la lanzó a la calle con más de dos mil cuadros y ya ayer inauguró una muestra homenaje en el Museo Universitario del Chopo, en la que se exhibirán 48 de sus pinturas hasta el 19 de septiembre.

 

El proyecto de esta artista plástica trasciende sus circunstancias. Está tan convencida de ello que las dos emociones que la habitan ahora, aunque contradictorias son pasajeras: el dolor y la ilusión. Y lo son por razones prácticas, lo suyo es trabajar, trabajar el negro hasta sus últimas consecuencias.

 

“Esta exposición servirá sí para difundir la obra pero la obra es ya bastante conocida, han sido muchos años de darla a conocer. Lo importante ahora es seguir trabajando porque eso es lo único que le da sentido a mi existencia”, dice la pintora.

 

Si lo sabía desde que su padre la formó espiritualmente, lo corroboró en 1978 en el Palacio de Bellas Artes, cuando al recibir el Premio Nacional de Pintura “el pintor jalisciense Enrique Guzmán descolgó la obra ganadora, intentó destruirla antes de lanzarse contra Beatriz que fue rescatada por Alaide Foppa, crítica de arte y feminista desaparecida por la dictadura guatemalteca pocos años después”, según narra Beatriz Zalce.

 

Durante la entrevista con Milenio Zamora no muestra ni un dejo de nostalgia, enojo o frustración. Necesita paciencia para que llegue un departamento y lo suficiente para sobrevivir, en el alma se atiborran los proyectos, los trazos, las formas y texturas. “Es lo único que me importa”, dice.

 

La charla, entonces, gira en torno de su propuesta plástica. Su compromiso consiste en verter un mensaje. “Hay artistas para los cuales la obra solo tiene sentido y vale la pena como proceso de una búsqueda del absoluto. A esa raza peculiar, en forma extrema, pertenece Beatriz Zamora”, expresó en 1987 José Alberto Manrique.

 

Ella misma dice que “un día requerí tirar todo lo inútil y mirar al Sol, enloquecer y adquirir nuestra verdadera conciencia de seres cósmicos, comprometidos con el Universo y auto nombrarnos su mano y, su voluntad.

 

“De ahí nace la idea y, al pensarla tenemos que reiterarla hasta el infinito; si lo hacemos con humildad, llegará el concepto y tal vez la teoría se revelará. El trabajo y la disciplina nos entregara eso que corresponde a cada uno. El artista nació con una palabra grabada en el Corazón”, explica.

 

Su contacto con el negro nació de dos pérdidas, la de sus hijos y la de su padre cuando se separó de su esposo, el pintor José Hernández Delgadillo.

 

En 1997 mostró su primera obra totalmente negra y Luis Carlos Emerich intentó un acercamiento conceptual: no sólo excluye la imagen para favorecer la “autonomía expresivo-conceptual de la materia misma, sino también el abandono del pincel y los pigmentos, para privilegiar al trabajo manual-corporal para erigir al arte como acción.

 

“El carbón en trozos o fragmentado o molido en diversos grados, consolidado por resinas cuyas distintas intensidades de fraguado matizan la infinidad generativa de formas, constituiría desde entonces la materia prima (la materia absoluta) que con los años se ha ido matizando mediante el uso de muchos otros materiales negros y con el desarrollo de técnicas propias generadoras de conformaciones y texturas tan inusitadas como sugerentes de su trascendencia metafísica”.

 

Toda la propuesta de Zamora, así como la que se exhibe actualmente en el Museo del Chopo es digna de las palabras que le dedicara Juan garcía Ponce el año pasado cuando varios artistas unieron su esfuerzo para apoyar económicamente a la pintora:

 

Ella “funde con la materia para hacerla hablar, logra abrir el oscuro secreto oculto detrás del silencio. Ella encuentra la luz dentro de la más profunda oscuridad. Beatriz no la modifica, establece un diálogo con ella y, a través de sus obras, le permite recrearse y hacer evidente ese diálogo eterno entre espíritu y materia. Pero, no es fácil traspasar el aparente rechazo que la obra misma nos impone”.

 

El mismo escritor nos ha legado una recomendación para plantarnos frente a los cuadros de Zamora. “Necesitamos abrir nuestro corazón y agudizar nuestros sentidos para que una vez traspasada la oscuridad lleguemos a la verdadera luz. Sus cuadros no hay que mirarlos, no hay que contemplarlos tampoco, hay que penetrarlos.

 

“Sus cuadros nos piden que nos adentremos en ese oscuro túnel que su apariencia inmediata abre, para, avanzando “a ciegas” por él, llegar hasta la auténtica luz que hace posible la verdadera contemplación interior”.

 

Notas de Hoy. CONACULTA. Julio de 2003

 

LAS MANOS DE BEATRIZ ZAMORA RECREAN LA INFINIDAD DEL UNIVERSO

 

 

Enmarcada por el cuarenta aniversario de su incursión como artista plástica en el universo del arte, la exposición Beatriz Zamora. Cuarenta años de creación reúne trece piezas de diversos formatos que mostrarán a El Negro "como un sentido de la vida, una filosofía y hasta como una razón de ser".

 

Así lo dio a conocer en conferencia de prensa Beatriz Hernández, presidenta de la Fundación Cultural José Hernández Delgadillo, A.C. e hija de esta pintora mexicana, al hacer públicos los pormenores de las actividades alternas que acompañarán a la muestra que se inaugurará el viernes 25 de julio a las 19:00 horas en el Salón de la Plástica Mexicana, en su sede del Antiguo Colegio de Cristo (Donceles 99).

 

Organizada por la Fundación Cultural José Hernández Delgadillo, A.C. y el Comité en solidaridad de la maestra Beatriz Zamora, en colaboración con el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y el Instituto Nacional de Bellas Artes, a través del Salón de la Plástica Mexicana, así como del Centro Cultural Casa Lamm, esta exposición dará muestra del trabajo conceptual que esta artista mexicana ha venido desarrollando en los últimos 25 años bajo el título de El Negro.

 

Las actividades integran la presentación del libro Beatriz Zamora. Historia de una artista excepcional, del crítico de arte Eduardo Rubio. Asimismo, se realizarán dos expo-ventas que se titulan Artistas con un corazón excepcional. Solidaridad con Beatriz Zamora y el negro en las que 50 artistas plásticos como Héctor y María García, José Hernández Delgadillo, Sebastián, José Luis Cuevas, Manuel Felguérez, Patricia Quijano y Francisco Icaza, entre otros, donarán algunas piezas con el fin de crear fondos que apoyen la reubicación y exposición permanente de la obra de Beatriz Zamora, cuyo acervo rebasa ya los 2600 cuadros de la serie El Negro.

 

Bajo esta perspectiva, la propia Zamora indicó que El Negro no es algo sencillo de entender, ya que este se ha traducido, a lo largo de los años, en la búsqueda interna que comenzó a través de sus primeros contactos con materiales naturales como la tierra, cuya característica principal es, precisamente, la ausencia de color.

 

En este sentido, la obra de la pintora podrá ser vista desde una óptica cósmica, donde el amor por descubrir el origen de la vida impulsa a la obra misma a adentrarse en el "negro absoluto, en esa nada y en ese silencio", del cual habla Zamora en el libro de Eduardo Rubio, y que finalmente funge como elemento o circunstancia que la ha llevado a construir su propia teoría, única en el mundo.

 

Piezas formadas por carbón fragmentado, cuarzo, arena, grafito, pirita, obsidiana, negro de humo, entre otros elementos naturales, son las principales materias primas con las cuales esta artista muestra su talento, moldeando con sus manos, creadoras de un sinfín de texturas y formas que recrean la infinidad del universo.

 

Acreedora de diversos reconocimientos como el Premio Nacional de Pintura en 1978, tercer lugar en el Gran Premio OMNILIFE en 1999 y becaria del FONCA de 1993 a 1999, así como del Pollock-Krasner Foundation de Nueva York durante 2002, Beatriz Zamora adentrará al espectador en la riqueza vanguardista de un mundo desconocido al que sólo es posible entrar con la mente y las percepciones abiertas a las miles de sensaciones que produce el contacto con el verdadero ser y existir del hombre.

 

La exposición homenaje Beatriz Zamora. Cuarenta años de creación será inaugurada el próximo viernes 25 de julio a las 19:00 horas en el Salón de la Plástica Mexicana del INBA, ubicado en su sede de Donceles 99, en el Centro Histórico, donde además se llevará a cabo la presentación del libro Beatriz Zamora. Historia de una artista excepcional, con los comentarios de Eduardo Rubio (autor), Patricia Quijano y Eduardo Langagne.

 

Mientras que la expo-venta Artistas con un corazón excepcional. Solidaridad con Beatriz Zamora y el negro se llevará a cabo el martes 29 de julio a partir de las 19:00 horas en Casa Lamm, para posteriormente acompañar a la exposición homenaje en el Salón de la Plástica Mexicana del 1 al 21 de agosto.

 

Notas de Hoy.  CONACULTA. Agosto de 2003

 

Beatriz Zamora

 

EL CORAZÓN DE LA MADRE OSCURA ES LO QUE DA VIDA

 

El pasado viernes 25 de julio, la artista mexicana Beatriz Zamora tuvo tres relevantes motivos de celebración: su cumpleaños número 68, su arribo a 40 años de trayectoria artística y la publicación de un libro dedicado a su vida y obra. Con la inauguración de la exposición Beatriz Zamora. Cuarenta años de creación y la presentación del libro Beatriz Zamora. Historia de una artista excepcional, de Eduardo Rubio, la reconocida creadora culminó este festejo triple en el Salón de la Plástica Mexicana (SPM).

 

En la ceremonia de inauguración acompañaron a la festejada su hija Beatriz Hernández Zamora y Javier Padilla, miembro del consejo directivo del SPM, quien en representación de Carlos Bracho, director del salón inauguró la muestra donde imperó el gran formato y, por supuesto, el color característico de esta pintora: el negro. En tanto, los creadores Patricia Quijano y Eduardo Mosches fueron quienes, después de dicha ceremonia, encabezaron junto con la artista la presentación de su libro biográfico.

 

Al ser entrevistada durante el evento, Beatriz Zamora explicó el motivo que le llevó a lo que actualmente conforma un profundo estudio sobre el color negro: "fue el negro mismo, el saber qué era el negro, investigarlo, y al descubrir cuál es su significado ya no lo puede uno dejar. El negro es de por vida, si lo tocas, si te atreves a pensar en él, te alías a ese espíritu universal, sublime, que nos corresponde a todos los seres humanos".

 

De la relación que algunas culturas hacen de este color con cosas negativas, la artista defiende firmemente su concepción: "mira, el negro es un símbolo; los símbolos los hacen los hombres y el negro y el blanco son dos símbolos fundamentales de la cultura y la civilización. Yo dividí este elemento simbólico en tres partes: forma, color y contenido", explica.

 

Mientras sus ojos y su cabello hacen juego con la vitalidad y profundidad monocromática y cósmica de sus cuadros de técnicas mixtas, Beatriz Zamora describe este color como lo femenino: "es ese corazón de la madre oscura, ese potencial de la ley natural, esa esencia de la vida. Los hombres hicieron estos símbolos (el blanco y el negro) y bajo ellos se ha regido la dominación de la humanidad".

 

Entonces, añade, el hombre ha dominado a la mujer como símbolo negativo. "Esa devaluación de lo femenino, toda esa historia terrible que la humanidad ha sufrido es a partir de un símbolo falso porque la madre, el corazón de la madre oscura, es la que da vida a toda la tierra, a todos los seres con vida. La mujer es un fragmento de ese corazón. No es bruja, no es mala, no es perversa, no es demonio; es espíritu sublime, cósmico, dador de vida".

 

Acorde con esta ideología, Zamora utiliza para sus cuadros materiales provenientes de las entrañas de la tierra, pues son derivados de elementos naturales como el petróleo, el carbón mineral y algunas rocas del subsuelo. En este sentido Eduardo Langagne escribió en un texto (leído en la presentación del libro por Eduardo Mosches):

 

"Beatriz propone volver los ojos con un sentido amoroso a las cosas terrenas, quiere que el espectador vibre y sueñe, exista y muera sobre la tierra; trata de llamar la atención para que tomemos conciencia de esta tierra que nos traga, se nos echa encima, nos acaricia y nos alimenta".

 

LA CELEBRACIÓN CONTINÚA

 

En este momento, señaló Beatriz Zamora durante la entrevista, "me siento muy agradecida con la vida y el público por tanto trabajo, por su atención y su comprensión". A cuatro décadas de distancia, ¿por qué etapa de su trabajo transita ahora?, fue la última pregunta. La respuesta de ella fue: "como siempre, igual que al principio, empezando, porque este es un trabajo eterno y uno apenas puede tocar la eternidad, pero jamás tener la pretensión de llegar al final".

 

Prueba de ese trabajo eterno es la continuidad de esta celebración apoyada por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y otras instancias, pues mañana martes 29 de julio a las 19:00 horas será inaugurada la Expo-venta Artistas con un corazón excepcional. Solidaridad con Beatriz Zamora y el Negro-, en el Centro Cultural Casa Lamm (Álvaro Obregón 99, colonia Roma). Posteriormente, esta muestra será albergada junto a la otra exposición dedicada a la pintora en el SPM del 1 al 21 de agosto.

 

La exposición Beatriz Zamora. Cuarenta años de creación permanecerá abierta al público hasta el 21 de agosto en el Salón de la Plástica Mexicana, en su sede del Antiguo Colegio de Cristo. El libro Beatriz Zamora. Historia de una artista excepcional (Ediciones Castillo, 1998), de Eduardo Rubio, tiene un costo de 250 pesos.

 

 México D. F. a 30 de octubre de 2002

 

La apropiación de la negritud

 

Beatriz Zamora inaugura hoy una muestra plástica

 

Beatriz Zalce

 

Para llegar a casa de la pintora Beatriz Zamora hay que atravesar las zanjas del Centro Histórico y cruzar el primer patio de una vecindad que, inexplicablemente, huele a rosas. Su mundo está hecho de cosas simples, esenciales; una mesa, cuatro sillas, un sofá cama. Sólo dos colores para el piso, las paredes, el mantel y la vajilla: blanco y negro; las plantas son un alboroto "verde que te quiero verde". En medio de esa sencillez está su tesoro, su vida: mas de dos mil cuadros reunidos bajo un mismo título: El Negro. Todos en distintos tonos de negro.

 

 

-Lo que he tratado de hacer desde hace más de 25 años es quitar esa idea de que el negro es la simbología del mal. El negro es lo femenino, el corazón de la madre oscura. El negro somos cada uno de nosotros: en el centro del centro de cada partícula está ese negro con el cual nos conectamos con el universo -explica mientras sus ojos oscuros destacan la palidez de su rostro.

 

 

-¿Cómo llegó al negro?

-Fueron años de buscarlo. Cuando me separé del papá de mis hijos [el pintor José Hernández Delgadillo] perdí a mi familia, mi padre rompió conmigo, lo perdí todo. Me pregunté: ¿qué es lo que más me interesa en el mundo, lo que realmente es profundo y me llena de felicidad? La pintura era lo más sagrado que tenía y por primera vez me dije la palabra negro. Me metí a estudiar literatura con Juan José Arreola; incursioné en la filosofía, en la biología, en la psicología. Hasta que me di cuenta de un error muy grave: estaba buscando afuera y no adentro de mí. Entonces me metí a hacer ayunos, comer comida macrobiótica. No dormía alucinada buscando al negro. Me senté a preguntarme cuál es la materia natural del negro: el carbón, para empezar. Me fui a la carbonería, compré un costal de carbón y un molino e hice el primer cuadro de El Negro. Haz de cuenta que entró el negro a mi casa. Todo lo que te pueda decir es una nimiedad de una revelación que te sobrepasa, sientes que te desintegras, te mueres de felicidad y de terror al mismo tiempo.

 

 

"Me quedé sola, me puse a llorar, me sentí una criatura con unas manos chiquitas, una pobre mujer a la que le habían regalado una mina de oro al infinito, que me pertenecía. Ahora es mío el negro y si es mío es de toda la humanidad. De pronto supe que iba a contradecir la historia de la cultura y de la civilización y que iba a quererme matar pero que la obra misma iba a ser mi protección".

En 1978, Zamora recibió el Premio Nacional de Pintura. El día de la ceremonia oficial en Bellas Artes el pintor jalisciense Enrique Guzmán descolgó la obra ganadora, intentó destruirla antes de lanzarse contra Beatriz que fue rescatada por Alaide Foppa, crítica de arte y feminista desaparecida por la dictadura guatemalteca pocos años después.

 

 

-Fue una violencia terrible -dice Beatriz Zamora-, un golpe muy fuerte tras años de ilusión, de esperanza. Te pones a llorar, la verdad. La violencia fue creciendo, me cerraron todas las puertas, no podía exponer, no podía vender un cuadro.

 

 

Se autoexilió en Nueva York. Después de ocho años de permanencia allá regresó a su tierra, a su ciudad natal: México.

-He sacrificado lo que tengo que comer para comprar materiales, el único tiempo que he tenido de reposo de tranquilidad es la beca del FONCA que me dieron por seis años, es la única beca que he recibido -dice la pintora-; al volverla a solicitar esperaba solucionar el problema económico.

 

 

 A sus 67 años de edad ya no quiere "sobrevivir", aspira a comer varias veces al día, a dormir el tiempo suficiente y a trabajar el resto de su vida. Ya no acepta que la obra esté guardada en su casa, ya no se cree los pretextos con los que le niegan los espacios en museos y galerías.

 

 

-Debo muchos, muchos meses de renta. Estoy en peligro de que saquen a la calle toda la obra y eso sería casi mortal para mí porque hay cuadros que pesan 500 kilos... El dueño de la casa solamente entiende un lenguaje que se llama dinero, pero cuando no hay dinero uno sólo puede pedir paciencia y espera. Pero no les puedo pedir más, es demasiado.

 

 

Becaria del FONCA de 1993 a 1999, perteneciente a la misma generación que José Luis Cuevas y Gilberto Aceves Navarro, ellos integrantes del jurado, Zamora argumenta: "Conocen mi trabajo, ya saben lo que hago. Yo no puedo estar inventando proyectos nuevos, busco darle continuidad a mi obra. No es un juego, es una teoría. A mí me aterra la complicidad colectiva hacia un entendimiento de la cultura, de la política y de la economía totalmente equivocado. Mira, el problema de todo mal es la ignorancia. La gente actúa como actúa por ignorancia porque, criatura, por sabiduría nadie hace ciertas cosas. Un sabio no puede hacer estupideces. Lo que pasa es que la ignorancia provoca la mala conducta y la mala actitud de los demás.

 

 

"El artista es el buscador de la verdad, de la belleza, de la libertad, de la justicia. Si no es eso, no es.

 

 

 "Un día me decía Fernando García Ponce, que fue mi marido: «La gente no sabe si es verdaderamente artista hasta que no tiene 20 años metida en el asunto. Cuando ya pasaron 20 años puede ser que tenga capacidad de descubrir que no es lo suyo. Si acaso lo descubre ya no puede regresarse, entonces se queda en el campo."

 

 

-Pero eso es una tragedia, para él y para los demás. Sobre todo para los demás que son las víctimas de una manera de ver, de entender y de sentir y esto da una colectiva equivocación. Es la crisis de la cultura.

 

 

“Con gusto, con amor y con paciencia he tratado de ir sacando los planteamientos de mi teoría sobre el Negro: Pasado, presente y futuro y los tiempos sucesivos. Nunca he podido hacer lo que necesito hacer porque el espacio y todo me limita. Humildemente he hecho lo mas que he podido pero ahora la obra requiere la ayuda del sistema, de la sociedad, de todos porque yo no puedo ser la dueña de semejante cosa.”

 

 

La muestra consta de aproximadamente 150 cuadros de formato muy pequeño trabajados en carbón en trozos, fragmentado, molido en diversos grados, consolidado por resina cuyas distintas intensidades de fraguado matizan la infinidad de formas, de texturas, también hay cuarzos, arenas, grafitos, obsidianas, piedras, todo negro, absolutamente silencioso, femenino. Negro 2626 será inaugurada hoy en la Casa de la Fundación José Hernández Delgadillo (Belisario Domínguez 18, Del Carmen Coyoacán) a las 19:30 horas

 

 

La Jornada. MARTES 11 DE ABRIL DE 2000

 

http://www.jornada.unam.mx/2000/abr00/000411/cul2.html

 

* El silencio del universo, exposición de la artista en la Galería Pecanins

 

Beatriz Zamora: para ser felices es necesario adquirir conciencia cósmica

 

 

* La ganadora del Premio Nacional de Pintura 1978 pagó caro su fe en el color negro

 

* Belleza y verdad son dos motivos torales para continuar con mi plástica, afirma.

 

Merry Mac Master.

 

Enmarcada por el cuarenta aniversario de su incursión como artista plástica en el universo del arte, la exposición Beatriz Zamora. Cuarenta años de creación reúne trece piezas de diversos formatos que mostrarán a El Negro "como un sentido de la vida, una filosofía y hasta como una razón de ser".

 

Así lo dio a conocer en conferencia de prensa Beatriz Hernández, presidenta de la Fundación Cultural José Hernández Delgadillo, A.C. e hija de esta pintora mexicana, al hacer públicos los pormenores de las actividades alternas que acompañarán a la muestra que se inaugurará el viernes 25 de julio a las 19:00 horas en el Salón de la Plástica Mexicana, en su sede del Antiguo Colegio de Cristo (Donceles 99).

 

Organizada por la Fundación Cultural José Hernández Delgadillo, A.C. y el Comité en solidaridad de la maestra Beatriz Zamora, en colaboración con el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y el Instituto Nacional de Bellas Artes, a través del Salón de la Plástica Mexicana, así como del Centro Cultural Casa Lamm, esta exposición dará muestra del trabajo conceptual que esta artista mexicana ha venido desarrollando en los últimos 25 años bajo el título de El Negro.

 

Las actividades integran la presentación del libro Beatriz Zamora. Historia de una artista excepcional, del crítico de arte Eduardo Rubio. Asimismo, se realizarán dos expo-ventas que se titulan Artistas con un corazón excepcional. Solidaridad con Beatriz Zamora y el negro en las que 50 artistas plásticos como Héctor y María García, José Hernández Delgadillo, Sebastián, José Luis Cuevas, Manuel Felguérez, Patricia Quijano y Francisco Icaza, entre otros, donarán algunas piezas con el fin de crear fondos que apoyen la reubicación y exposición permanente de la obra de Beatriz Zamora, cuyo acervo rebasa ya los 2600 cuadros de la serie El Negro.

 

Bajo esta perspectiva, la propia Zamora indicó que El Negro no es algo sencillo de entender, ya que este se ha traducido, a lo largo de los años, en la búsqueda interna que comenzó a través de sus primeros contactos con materiales naturales como la tierra, cuya característica principal es, precisamente, la ausencia de color.

 

En este sentido, la obra de la pintora podrá ser vista desde una óptica cósmica, donde el amor por descubrir el origen de la vida impulsa a la obra misma a adentrarse en el "negro absoluto, en esa nada y en ese silencio", del cual habla Zamora en el libro de Eduardo Rubio, y que finalmente funge como elemento o circunstancia que la ha llevado a construir su propia teoría, única en el mundo.

 

Piezas formadas por carbón fragmentado, cuarzo, arena, grafito, pirita, obsidiana, negro de humo, entre otros elementos naturales, son las principales materias primas con las cuales esta artista muestra su talento, moldeando con sus manos, creadoras de un sinfín de texturas y formas que recrean la infinidad del universo.

 

Acreedora de diversos reconocimientos como el Premio Nacional de Pintura en 1978, tercer lugar en el Gran Premio OMNILIFE en 1999 y becaria del FONCA de 1993 a 1999, así como del Pollock-Krasner Foundation de Nueva York durante 2002, Beatriz Zamora adentrará al espectador en la riqueza vanguardista de un mundo desconocido al que sólo es posible entrar con la mente y las percepciones abiertas a las miles de sensaciones que produce el contacto con el verdadero ser y existir del hombre.

 

La exposición homenaje Beatriz Zamora. Cuarenta años de creación será inaugurada el próximo viernes 25 de julio a las 19:00 horas en el Salón de la Plástica Mexicana del INBA, ubicado en su sede de Donceles 99, en el Centro Histórico, donde además se llevará a cabo la presentación del libro Beatriz Zamora. Historia de una artista excepcional, con los comentarios de Eduardo Rubio (autor), Patricia Quijano y Eduardo Langagne.

 

Mientras que la expo-venta Artistas con un corazón excepcional. Solidaridad con Beatriz Zamora y el negro se llevará a cabo el martes 29 de julio a partir de las 19:00 horas en Casa Lamm, para posteriormente acompañar a la exposición homenaje en el Salón de la Plástica Mexicana del 1 al 21 de agosto.

Beatriz Zamora:

 

40 años de creación

 

Por Gregorio Martínez Moctezuma

Corresponsal Azteca21

 

Expone en el Salón de la Plástica Mexicana

 

Ciudad de México. 3 de agosto de 2003. El pasado viernes 25 de julio, la artista mexicana Beatriz Zamora tuvo tres importantes motivos de celebración: su cumpleaños número 68, sus 40 años de trayectoria artística y la publicación de "Beatriz Zamora. Historia de una artista excepcional", de Eduardo Rubio, libro dedicado a su vida y obra, todo en el marco de la inauguración de la exposición "Beatriz Zamora. Cuarenta años de creación", en el Salón de la Plástica Mexicana (SPM).

 

En este triple festejo acompañaron a la artista su hija Beatriz Hernández Zamora y Javier Padilla, miembro del Consejo Directivo del SPM, quien, en representación de Carlos Bracho, director del Salón, inauguró la muestra donde destacan el gran formato y el color característico de esta pintora: el negro. Además, los creadores Patricia Quijano y Eduardo Mosches, junto con la artista, después de la ceremonia de inauguración encabezaron la presentación de su libro biográfico.

 

Beatriz Zamora explicó el motivo que la llevó a lo que actualmente conforma un profundo estudio sobre el color negro: "Fue el negro mismo, el saber qué era el negro, investigarlo, y al descubrir cuál es su significado ya no lo puede uno dejar. El negro es de por vida, si lo tocas, si te atreves a pensar en él, te alías a ese espíritu universal, sublime, que nos corresponde a todos los seres humanos".

 

De la relación que algunas culturas le asignan a este color con cosas negativas, Zamora defiende firmemente su concepción: "El negro es un símbolo; los símbolos los hacen los hombres y el negro y el blanco son dos símbolos fundamentales de la cultura y la civilización. Yo dividí este elemento simbólico en tres partes: forma, color y contenido".

 

La artista, cuyos ojos y cabello hacen juego con la vitalidad y profundidad monocromática y cósmica de sus cuadros de técnicas mixtas, describe este color como lo femenino: "Es ese corazón de la madre oscura, ese potencial de la ley natural, esa esencia de la vida. Los hombres hicieron estos símbolos, el blanco y el negro, y bajo ellos se ha regido la dominación de la humanidad".

 

Añade que el hombre ha dominado a la mujer como símbolo negativo. "Esa devaluación de lo femenino, toda esa historia terrible que la humanidad ha sufrido es a partir de un símbolo falso porque la madre, el corazón de la madre oscura, es la que da vida a toda la tierra, a todos los seres con vida. La mujer es un fragmento de ese corazón. No es bruja, no es mala, no es perversa, no es demonio; es espíritu sublime, cósmico, dador de vida".

 

Acorde con su sentir, Zamora utiliza para sus cuadros materiales provenientes de las entrañas de la tierra, pues son derivados de elementos naturales como el petróleo, el carbón mineral y algunas rocas del subsuelo. En este sentido, el poeta Eduardo Langagne escribió (en un texto leído en la presentación del libro por Eduardo Mosches): "Beatriz propone volver los ojos con un sentido amoroso a las cosas terrenas, quiere que el espectador vibre y sueñe, exista y muera sobre la tierra; trata de llamar la atención para que tomemos conciencia de esta tierra que nos traga, se nos echa encima, nos acaricia y nos alimenta".

 

Al ser entrevistada, Beatriz Zamora señaló que "En este momento me siento muy agradecida con la vida y el público por tanto trabajo, por su atención y su comprensión". Después se le preguntó que por cuál etapa de su trabajo artístico transitaba, luego de cuatro décadas de trayectoria. Y la respuesta fue definitiva: "Como siempre, igual que al principio, empezando, porque éste es un trabajo eterno y uno apenas puede tocar la eternidad, pero jamás tener la pretensión de llegar al final".

 

La exposición "Beatriz Zamora. Cuarenta años de creación" permanecerá abierta al público hasta el 21 de agosto en el Salón de la Plástica Mexicana, en su sede del Antiguo Colegio de Cristo, que es una magnífica oportunidad para acercarse al quehacer de esta artista excepcional y profunda, dueña de un estilo y personalidad que dejan ver su impronta en la mayoría de sus obras.

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